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Magdalena, Buenos Aires

A menos de 100 kilómetros de la capital porteña y al sur de la ciudad de La Plata  se encuentra Magdalena; una alternativa para el turismo familiar. Oculta a orillas del Río de la Plata, la estación que mejor le sienta es el verano, cuando se inaugura la temporada de fiestas de carnaval, sol y calor. Sus playas, pacíficas durante el día, alteran el ritmo de la noche con turbulentas olas.

El Balneario Municipal es uno de los principales atractivos de la localidad. En este espacio verde rodeado de naturaleza se pueden practicar deportes acuáticos, caminatas, pesca deportiva y ciclismo. Además, cuenta con servicios de sanitarios, hospedajes, campings y fogones; ese ritual de paz y armonía alrededor del fuego donde cantar, tocar la guitarra y conversar.

Entre las riquezas naturales se destaca también la Reserva Parque Costero de Sur, reconocida por la UNESCO. En ella se preservan especies animales como el gato montés, el venado de las pampas y más de 250 especies de pájaros; lo que permite disfrutar del avistaje de aves. También se encuentran en el lugar maravillosos bosques con gran variedad de flora autóctona.

“La estación que mejor le sienta es el verano, cuando se inaugura la temporada de fiestas de carnaval, sol y calor”.

En Magdalena se conservan viejas estancias, algunas pioneras durante la época de la invasión española. El Museo Regional cuenta con más de tres mil objetos que forman parte del patrimonio cultural, conformado con donaciones de la comunidad. En él se destaca el atuendo más antiguo que se conoce de la imagen de Santa María Magdalena; un vestido bordado con hilos de oro.

Otro de los clásicos es el Muelle Histórico; sitio que permite desandar la historia local. La obra remite a la época de los saladeros que se instalaron en Atalaya en 1871. Construido con más de 800 vigas de quebracho colorado, por allí se enviaban barcas con cueros, carnes, charques y productos industriales que para comercializar en Uruguay, Brasil y Europa.

Por último, alberga la vieja estación de trenes. Las tierras en las que se estableció el ramal eran propiedad de don Mariano Ocampo, quien las donó para la construcción de las vías del ferrocarril que dieron vida al pueblo. Con el tiempo, los antiguos vagones en desuso se convirtieron en alojamientos para los turistas que buscan vivir unas vacaciones diferentes.

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